En los años 70, Rufino y Matilde comenzaron a comprar algunas quesadillas a los ganaderos el campo para añejarlas y ponerlas de tapas en un bar que regentaban en Oliva de la Frontera. El Bar Rufino se caracterizaba por poner de tapas un queso picante y fuerte que casaba muy bien con la cerveza y el vino. El queso es potente de fuerte olor y picante, pero empieza a gustar tanto que comienzan a venderlo a clientes y amigos. La demanda fue en aumento y no podían seguir curando quesos en aquel garaje junto al bar ya que entre otras cosas desprendía un olor tan fuerte que perfumaba toda la calle. Por fin en el año 2006 sus dos hijos crean la marca quesos Artesanos Rufino, y se trasladan a unas nuevas instalaciones en el polígono a la entrada de la población. Las mejores son las que se hacen en Otoño, cuando las cabras disfrutan de las bellotas de la región, lo que aporta al queso un aroma y cremosidad especial. Queso de pasta blanda y untuosa. De cuajo animal. Forma de cilindro ligeramente abombado. Corteza naranja, lisa y pegajosa, típica en este tipo de quesos. Al corte, la pasta es de color blanco con algunos ojos de fermentación repartidos de manera irregular.
Fase visual: Queso de pasta semiblanda. Forma de cilindro liso. Corteza naranja, lisa y pegajosa, típica en este tipo de quesos. Al corte, la pasta es de color blanco marfil con algunos ojos de fermentación repartidos irregularmente.
Fase olfativa: olor intenso, cremoso, con sabores lácticos y un olor animal.
Fase gustativa: queso cremoso en boca, cuando se come la corteza tiene toques arenosos, con notas animales y un retrogusto salado.