Fourme d’Ambert, de la leyenda a la mesa.

Cuenta la leyenda que este queso fue elaborado por primera vez hace casi mil años. El que sirvió como moneda de cambio y hoy inspira la organización de la ciudad de Ambert, es el indicado para quien busca iniciarse en el mundo del queso azul. Su suavidad y delicadeza es perfecto para acompañar tanto platos dulces como salados.

Su corteza seca esconde una pasta cremosa con vetas azules que aparecen al añadir Penicilinum Roqueforti durante su mimada elaboración. Aunque es mucho más antiguo, al gusto, puede recordarnos al Stilton inglés, otro de los quesos azules por excelencia.

Combinar su sabor con un vino afrutado será una sorpresa para nuestro paladar. Preséntalo junto a frutas frescas o frutos secos como uvas, peras, nueces o incluso avellanas. Es una opción excepcional para cerrar la degustación de una tabla de quesos.

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